Sé que hace mucho que no me veis publicar nada, así como algo más de un mes, pero aunque no me dé tiempo a publicar tanto como quisiera siempre estoy aquí, leyendo vuestros comentarios, contestando a vuestros correos ... etc. Y hace unos días Ana me mandó su historia de cómo recurriendo a María y a El Señor consiguió aquello que llevaba tanto tiempo esperando: Su hijo Juan.
"Me llamo Ana, y conocer a María y
al Santo Manuel a través de ella me ha traído el regalo más grande que nadie
pueda hacerte jamás.
Desde que conocí a mi pareja, yo
anhelaba ser madre. Pero después de intentarlo durante varios años, me di
cuenta de que algo no funcionaba, y de que debíamos tener algún problema por el
que no me quedaba embarazada. Yo andaba por los 33 años cuando convencí a mi
marido para ir a una clínica de fertilidad. Nos hicieron pruebas a ambos y el
diagnóstico fue demoledor; las probabilidades de conseguir un embarazo de
manera natural eran casi un milagro y mediante tratamientos de fecundación las
posibilidades tampoco eran demasiadas, nos hablaron de probar la fecundación
in-vitro con micro inyección espermática. Así que decidimos intentarlo con la
ayuda de los médicos. Realizamos un primer ciclo que no dio resultado, y otro
segundo ciclo que tampoco. Esto me afectó sobre todo a mí, psicológicamente,
las que sois mamás y habéis deseado alguna vez convertiros en madre podéis
entender cómo me sentía. Triste, desesperanzada y por otro lado con los nervios
a flor de piel que afectaba a nuestra relación de pareja. Sin embargo, yo soy
muy cabezona y tenía muy claro que no iba a parar hasta conseguir mi propósito.
Decidimos cambiar de clínica, (ya estábamos más informados sobre el tema y
apostamos por una nueva clínica, que nos transmitía más confianza). Aquí
realizamos un nuevo ciclo, con un doctor que parecía más experto en la materia
y esta vez el resultado del test de embarazo fue positivo, pero no prosperó y
al mismo tiempo que realicé el test de embarazo me estaba bajando la regla,
según el doctor que me atendía este ciclo fue todo un éxito, porque ya sabía
que podía quedarme embarazada. El diagnóstico fue un microaborto. Cada vez me
sentía más como un conejillo de indias, a cada ciclo una nueva medicación y los
doctores tampoco podían explicar porqué no conseguían mi ansiado embarazo. A
todo esto, cada vez que teníamos consulta en la clínica el desembolso económico
era importante pero cuando deseas ser madre asumes este coste. Tienes días en
los que tu estado de ánimo mejora y otros días en los que piensas que no lo vas
a conseguir, pero yo sin embargo, seguía confiando y pidiendo a Dios cada día
que me ayudara, que me enviara un bebé, ¿por qué a algunas parejas les es tan
sencillo y yo que lo deseaba tanto no podía cumplir mi sueño? Después de un
tiempo de descanso, volvimos a intentarlo, era ya el cuarto intento (cuatro
fecundaciones in vitro son bastantes, mucha medicación y cuatro operaciones
para extraer los óvulos conseguidos, que después fecundan con el esperma de tu
pareja). Y esta vez funcionó, yo daba las gracias a Dios todos los días y me sentía
la mujer más feliz de este mundo. El día que estando de casi 7 semanas me
mostraron el latido de mi pequeño se me puso la carne gallina y sentí una
sensación tan intensa e inexplicable que me recorrió todo el cuerpo. Pero esta
alegría duró poco, un día más tarde empecé a manchar muchísimo, tenía un
hematoma en el útero que me hizo perder al bebé, tuve que ingresar en el
hospital y me realizaron un legrado. Este último episodio me sumió en una
profunda tristeza y durante los meses posteriores, sólo tenía ganas de llorar,
me sentía fatal y me estaba convenciendo a mi misma que no tendría niños, que
debía aceptarlo. Además mi chico era reacio a volver a la clínica, también lo
estaba pasando mal y no quería ni oír hablar de médicos. Yo pero aún así,
seguía pidiendo a Dios que me ayudara. Mi prima se enteró de lo que me había
pasado y vino a verme, quería ayudarme y es cuando me habló de MARÍA, sí, MARÍA
con mayúsculas. Una señora entrañable que me podía ayudar. “Sus manos son
privilegiadas” me dijo, ella pondrá las manos sobre tu vientre y te ayudará a
concebir, porque es el Señor (El Santo Manuel) el que actúa en ella. La verdad
es que al principio, supongo que a todo el mundo le pasaría lo mismo que a mí
si te comentan esto, pensé “menuda tontería”, pero ella me dijo, no te
preocupes, María no cobra, no es curandera, simplemente tiene un don en sus
manos y ayuda y cura a todo aquél que va a su Templo. Puedes ir y ver, eres
libre de no volver si no quieres. Así que pensé, no tienes nada que perder.
Dios me estaba tendiendo la mano que tanto le había pedido, pero yo aún no me
había dado cuenta. Allí quedé con mi prima y no recuerdo la fecha exacta, pero
fui al Templo un jueves de febrero del 2010. Había muchas personas sentadas en
torno a María, un altar con el Señor y la Virgen y fotos del Santo Manuel.
Aquél día nos visitó el Señor, entró en el cuerpo de una de las personas allí
presentes y me acercó al niño Jesús. Yo estaba un poco incrédula, pero
tranquila, relajada y a gusto. María iba pasando sus manos durante unos minutos
a cada uno de los asistentes. Cuando me tocó a mí, conté mi problema a María y
ella pasó sus manos por mi vientre. Las sensaciones eran de calor, de
relajación. Algo me dijo que debía volver, además yo y mi pareja habíamos
decidido por aquel entonces volver a someternos a una nueva fecundación in
vitro (la última), aunque dejaríamos pasar unos meses para recuperarme bien
animicamente y para fortalecer un poco la relación con mi chico que estaba
deteriorada. Decidimos irnos de vacaciones de Semana Santa y a la vuelta de
vacaciones intentarlo de nuevo, por qué no, a la 5ª va la vencida. Pero gracias
a María y al Santo Manuel no hizo falta ninguna otra fecundación, tras tener
relaciones El Jueves Santo con mi pareja, tuve un retraso que resultó ser un
test de embarazo positivo. No me lo podía creer, estaba alucinando, cuatro
fecundaciones in-vitro y después de ir a ver a MARÍA, estaba embarazada a la
antigua usanza. Comprendí entonces que Dios me había ayudado, que había puesto
a María en mi camino y fui a verla para decirlo. Estuve yendo al Templo casi
todos los jueves hasta que a mis 37 años de edad, me convertí en mamá de un
niño precioso (Juan; que significa Compasión del Señor) del que estoy
enamorada. Es lo más grande que te puede dar la vida y estoy profundamente
agradecida de este regalo que me ha hecho el Señor. Sigo yendo a ver a María, aunque ahora con
menor asiduidad, ya que mi niño me reclama todo el tiempo, pero no dejaré de
ir. Además El Señor me pidió que divulgara este milagro, lo que estoy haciendo.
Espero que mi historia pueda
ayudar a todas las chicas que han estado o están en una situación similar y
confíen siempre en el Señor.
Ana"
queremos felicitar al señor que mañana dia 27 es su cumpleaños, !!FELICIDADES SEÑOR !! Y a MARIA QUE DESPUES DE 50 AÑOS de casada hce un año volvieron su marido y ella ha renovar los votos dl matrimonio!!FELICIDADES A MARIA Y A SU ESPOSO PACO
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