domingo, 14 de abril de 2013

Ana y Juan

Sé que hace mucho que no me veis publicar nada, así como algo más de un mes, pero aunque no me dé tiempo a publicar tanto como quisiera siempre estoy aquí, leyendo vuestros comentarios, contestando a vuestros correos ... etc. Y hace unos días Ana me mandó su historia de cómo recurriendo a María y a El Señor consiguió aquello que llevaba tanto tiempo esperando: Su hijo Juan.

"Me llamo Ana, y conocer a María y al Santo Manuel a través de ella me ha traído el regalo más grande que nadie pueda hacerte jamás.
Desde que conocí a mi pareja, yo anhelaba ser madre. Pero después de intentarlo durante varios años, me di cuenta de que algo no funcionaba, y de que debíamos tener algún problema por el que no me quedaba embarazada. Yo andaba por los 33 años cuando convencí a mi marido para ir a una clínica de fertilidad. Nos hicieron pruebas a ambos y el diagnóstico fue demoledor; las probabilidades de conseguir un embarazo de manera natural eran casi un milagro y mediante tratamientos de fecundación las posibilidades tampoco eran demasiadas, nos hablaron de probar la fecundación in-vitro con micro inyección espermática. Así que decidimos intentarlo con la ayuda de los médicos. Realizamos un primer ciclo que no dio resultado, y otro segundo ciclo que tampoco. Esto me afectó sobre todo a mí, psicológicamente, las que sois mamás y habéis deseado alguna vez convertiros en madre podéis entender cómo me sentía. Triste, desesperanzada y por otro lado con los nervios a flor de piel que afectaba a nuestra relación de pareja. Sin embargo, yo soy muy cabezona y tenía muy claro que no iba a parar hasta conseguir mi propósito. Decidimos cambiar de clínica, (ya estábamos más informados sobre el tema y apostamos por una nueva clínica, que nos transmitía más confianza). Aquí realizamos un nuevo ciclo, con un doctor que parecía más experto en la materia y esta vez el resultado del test de embarazo fue positivo, pero no prosperó y al mismo tiempo que realicé el test de embarazo me estaba bajando la regla, según el doctor que me atendía este ciclo fue todo un éxito, porque ya sabía que podía quedarme embarazada. El diagnóstico fue un microaborto. Cada vez me sentía más como un conejillo de indias, a cada ciclo una nueva medicación y los doctores tampoco podían explicar porqué no conseguían mi ansiado embarazo. A todo esto, cada vez que teníamos consulta en la clínica el desembolso económico era importante pero cuando deseas ser madre asumes este coste. Tienes días en los que tu estado de ánimo mejora y otros días en los que piensas que no lo vas a conseguir, pero yo sin embargo, seguía confiando y pidiendo a Dios cada día que me ayudara, que me enviara un bebé, ¿por qué a algunas parejas les es tan sencillo y yo que lo deseaba tanto no podía cumplir mi sueño? Después de un tiempo de descanso, volvimos a intentarlo, era ya el cuarto intento (cuatro fecundaciones in vitro son bastantes, mucha medicación y cuatro operaciones para extraer los óvulos conseguidos, que después fecundan con el esperma de tu pareja). Y esta vez funcionó, yo daba las gracias a Dios todos los días y me sentía la mujer más feliz de este mundo. El día que estando de casi 7 semanas me mostraron el latido de mi pequeño se me puso la carne gallina y sentí una sensación tan intensa e inexplicable que me recorrió todo el cuerpo. Pero esta alegría duró poco, un día más tarde empecé a manchar muchísimo, tenía un hematoma en el útero que me hizo perder al bebé, tuve que ingresar en el hospital y me realizaron un legrado. Este último episodio me sumió en una profunda tristeza y durante los meses posteriores, sólo tenía ganas de llorar, me sentía fatal y me estaba convenciendo a mi misma que no tendría niños, que debía aceptarlo. Además mi chico era reacio a volver a la clínica, también lo estaba pasando mal y no quería ni oír hablar de médicos. Yo pero aún así, seguía pidiendo a Dios que me ayudara. Mi prima se enteró de lo que me había pasado y vino a verme, quería ayudarme y es cuando me habló de MARÍA, sí, MARÍA con mayúsculas. Una señora entrañable que me podía ayudar. “Sus manos son privilegiadas” me dijo, ella pondrá las manos sobre tu vientre y te ayudará a concebir, porque es el Señor (El Santo Manuel) el que actúa en ella. La verdad es que al principio, supongo que a todo el mundo le pasaría lo mismo que a mí si te comentan esto, pensé “menuda tontería”, pero ella me dijo, no te preocupes, María no cobra, no es curandera, simplemente tiene un don en sus manos y ayuda y cura a todo aquél que va a su Templo. Puedes ir y ver, eres libre de no volver si no quieres. Así que pensé, no tienes nada que perder. Dios me estaba tendiendo la mano que tanto le había pedido, pero yo aún no me había dado cuenta. Allí quedé con mi prima y no recuerdo la fecha exacta, pero fui al Templo un jueves de febrero del 2010. Había muchas personas sentadas en torno a María, un altar con el Señor y la Virgen y fotos del Santo Manuel. Aquél día nos visitó el Señor, entró en el cuerpo de una de las personas allí presentes y me acercó al niño Jesús. Yo estaba un poco incrédula, pero tranquila, relajada y a gusto. María iba pasando sus manos durante unos minutos a cada uno de los asistentes. Cuando me tocó a mí, conté mi problema a María y ella pasó sus manos por mi vientre. Las sensaciones eran de calor, de relajación. Algo me dijo que debía volver, además yo y mi pareja habíamos decidido por aquel entonces volver a someternos a una nueva fecundación in vitro (la última), aunque dejaríamos pasar unos meses para recuperarme bien animicamente y para fortalecer un poco la relación con mi chico que estaba deteriorada. Decidimos irnos de vacaciones de Semana Santa y a la vuelta de vacaciones intentarlo de nuevo, por qué no, a la 5ª va la vencida. Pero gracias a María y al Santo Manuel no hizo falta ninguna otra fecundación, tras tener relaciones El Jueves Santo con mi pareja, tuve un retraso que resultó ser un test de embarazo positivo. No me lo podía creer, estaba alucinando, cuatro fecundaciones in-vitro y después de ir a ver a MARÍA, estaba embarazada a la antigua usanza. Comprendí entonces que Dios me había ayudado, que había puesto a María en mi camino y fui a verla para decirlo. Estuve yendo al Templo casi todos los jueves hasta que a mis 37 años de edad, me convertí en mamá de un niño precioso (Juan; que significa Compasión del Señor) del que estoy enamorada. Es lo más grande que te puede dar la vida y estoy profundamente agradecida de este regalo que me ha hecho el Señor.  Sigo yendo a ver a María, aunque ahora con menor asiduidad, ya que mi niño me reclama todo el tiempo, pero no dejaré de ir. Además El Señor me pidió que divulgara este milagro, lo que estoy haciendo.

Espero que mi historia pueda ayudar a todas las chicas que han estado o están en una situación similar y confíen siempre en el Señor.

Ana"

1 comentario:

  1. MARIA LUISA Y PIEDAD26 de mayo de 2013, 21:53

    queremos felicitar al señor que mañana dia 27 es su cumpleaños, !!FELICIDADES SEÑOR !! Y a MARIA QUE DESPUES DE 50 AÑOS de casada hce un año volvieron su marido y ella ha renovar los votos dl matrimonio!!FELICIDADES A MARIA Y A SU ESPOSO PACO











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